La realidad virtual y los entornos inmersivos no son solo juego: son experiencias intensas que pueden impactar emocionalmente. Aquí descubrirás riesgos y cómo acompañar sin prohibir.
Cuando pensamos en videojuegos, solemos imaginar a alguien sentado con un mando en la mano. Pero, ¿qué pasa cuando ese mando desaparece y todo el cuerpo entra en juego?
Con la realidad virtual, dejan de jugar con un personaje para convertirse en el personaje. Y eso lo cambia todo.
En este artículo vamos a ver por qué la experiencia inmersiva puede impactar emocionalmente tanto como una interacción en la vida real, cuáles son los riesgos y qué puedes hacer para acompañar sin prohibir.
¿Por qué la realidad virtual ‘engancha’ tanto?
Porque es fascinante. La realidad virtual permite experimentar cosas que antes solo imaginábamos: desde explorar mundos imposibles hasta sentir que estamos dentro de una película o viajando a otro país sin salir del salón. Para peques y adolescentes, esto significa vivir la experiencia en primera persona, no solo observarla. Si giran la cabeza, el mundo gira a su alrededor. Si levantan la mano, el avatar la levanta. La sensación de presencia es tan potente que se convierte en una aventura emocionante y, además, muy atractiva para socializar con otras personas. Y aquí está la clave: la VR no es solo juego, es interacción, creatividad y conexión.
Todo es más intenso. Por eso es importante entender que también un gesto, una burla, un insulto o un hostigamiento pueden impactar como en la vida presencial.
¿Por qué importa hablar de esto?
Porque plataformas como VRChat no tienen filtros de edad eficaces y permiten que cualquiera entre con un avatar. Y en entornos donde parece todo un “juego”, pueden ocurrir situaciones que no son un juego.
Ejemplo real:
En 2022, la periodista Jess Sherwood se hizo pasar por una niña de 13 años en VRChat. Encontró avatares simulando sexo y personas adultas dándole órdenes explícitas. Todo en un espacio virtual donde parecía que nada podía pasar.
¿Cómo afecta esto a peques y adolescentes?
- La sensación de inmersión hace que todo parezca real.
- Las emociones se intensifican.
- El riesgo no es solo lo que ven, sino cómo les hacen sentir.
Por eso, no basta con saber qué dispositivo tienen, sino qué ocurre dentro.
5 claves para acompañar en entornos inmersivos
- Infórmate antes de prohibir
Explora qué plataformas usan. Mira un vídeo, pregunta cómo funciona. - Habla antes del primer uso
“En estos espacios hay gente desconocida. Si algo te incomoda, puedes contármelo.” - Pregunta cómo se sintieron
Después de jugar: “¿Cómo te lo pasaste? ¿Hubo algo que te hizo sentir mal?” - Refuerza límites claros
Nada de datos personales ni aceptar retos extraños. - Crea confianza real
Si algo pasa, que sepan que pueden contártelo sin miedo a represalias.
Conclusión
Sus vidas también pasan por mundos virtuales. Allí también necesitan que estemos cerca: no para vigilar, sino para escuchar y acompañar.
En el podcast ULTRAVIOLETA, este miércoles hablamos más a fondo sobre estos entornos y cómo prevenir riesgos sin perder las oportunidades que ofrecen.
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